Dice un chiste de médicos que “donde hay dos psiquiatras, hay tres opiniones”. Bernardo lo justifica: “La variabilidad de la práctica psiquiátrica es muy alta porque la actividad psíquica del cerebro es muy compleja”. Uno de los objetivos frustrados del nuevo manual era hallar biomarcadores para el diagnóstico de trastornos mentales. “Hemos estado diciendo a los pacientes durante varias décadas que estamos a la espera de biomarcadores. Todavía estamos esperando”, reconoce Kupfer. De momento, el médico seguirá reconociendo la enfermedad solo por sus síntomas.
Pero la reedición del DSM trae novedades como la inclusión de la edad, el género y la cultura en el diagnóstico y la presentación de los trastornos mentales. Además, el manual pretende acercarse a la clasificación internacional de enfermedades (CIE-10) publicada por la Organización Mundial de la Salud.
Los síndromes dejarán de clasificarse por categorías que hasta ahora respondían a preguntas cerradas para diferenciar la ausencia y la presencia de una enfermedad. Los facultativos se encontraban con que un individuo con esquizofrenia, por ejemplo, presentaba otros síntomas como insomnio o depresión que no se ajustaban a su diagnóstico.
El nuevo DSM propone abordar los trastornos con evaluaciones dimensionales para calcular la severidad de la patología. Entre otros, el autismo y el síndrome de Asperger –junto con dos trastornos más– pasarán a englobarse dentro del mismo espectro del trastorno autista. La introducción de un continuo entre la normalidad y la disfunción ofrece matices para el seguimiento de los pacientes.
No hay adicción ni al sexo ni a internet
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A pesar del revuelo mediático, los expertos de la APA consideran que la adicción a internet no es un trastorno mental. Esta condición aparece en el 'purgatorio' del manual. La sección III acoge aquellos trastornos que requieren más investigación antes de ser bautizados con el nombre de enfermedad mental.
“Se trata de un trastorno de conducta, no hace falta medicalizar los problemas de la vida cotidiana y caer en la sobrediagnosis”, explica Bernardo a SINC en su consulta del Hospital Clínic. Lo mismo le pasa a la adicción al sexo (hipersexualidad), que también ha sido relegada como trastorno.
En cambio, hay otros que entran por la puerta grande, como el trastorno por atracón. La psiquiatría infantil presenta otra de las novedades más importantes. A partir de mayo, los niños con un mínimo de tres episodios semanales de irritabilidad, arrebatos y berrinches durante más de un año serán diagnosticados con el trastorno de desregulación disruptiva del estado de ánimo.
La adicción a internet y al sexo no se consideran trastornos mentales, y entran otros nuevos, como el trastorno por atracón
“El motivo principal ha sido introducir un diagnóstico más apropiado para captar niños con comportamientos fuertes y disruptivos que ahora son diagnosticados de trastorno bipolar –justifica Castellanos–. Sabemos que es un caso con evidencia escasa, pero hemos considerado su prioridad en la salud pública y veremos cómo funciona”.
Un combate entre presidentes
Durante los tres meses de período abierto a los comentarios, el comité de elaboración del DSM-5 recibió más de 13.000 notas y 12.000 correos electrónicos y cartas. Posteriormente, el borrador de los criterios diagnósticos revisado se pudo consultar solo durante un par de meses para “evitar confusiones”, se lee en su web.
“Las primeras críticas tenían parte de razón, pero todavía nos encontrábamos en etapas muy preliminares –declara Castellanos–. Se establecieron varios comités que revisaron todos los cambios de manera detallada y bastante conservadora, ya que no vale la pena cambiar un documento tan conocido si no hay evidencias contundentes”.
Los responsables de las versiones anteriores no han dejado de criticar la nueva edición de la guía, como Robert L. Spitzer, presidente del DSM-III. Quien ha abanderado el juicio más feroz ha sido Allen Frances, responsable de la versión aún vigente, publicada en el año 1999, que también provocó controversia en cuanto a su uso diagnóstico.
“Este es el momento más triste en los 45 años de mi carrera de formación, práctica clínica y enseñanza de la psiquiatría”, sentencia el ahora profesor emérito de la Universidad de Duke (EE UU) en una de sus columnas más leídas de la revista Psychology Today.
Frances continúa: “El DSM-5 incluye muchos cambios que son claramente poco fiables y científicamente defectuosos”, y reúne sus advertencias sobre “la falta de sentido común” de la nueva versión del manual en su artículo Es una guía, no una Biblia, con un decálogo de errores.
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