La verdad, no sé cómo ni por dónde empezar. Creo que necesito desahogarme, y con este fin escribo estas palabras, buscando un poco de empatía e intentando apoyarme en alguien, puesto que aunque tengo mucha gente alrededor que me quiere y a quien quiero, a veces al explicar esto los siento de alguna manera lejanos, como si no pudieran llegar a entenderlo. No les culpo, porque soy la primera en no entender, así que supongo que esto es un intento más de conectar con alguien y de entender.
Mi vida, desde que tengo conocimiento de causa, nunca ha sido fácil. Crecí con una madre enferma (esclerosis múltiple), viéndola empeorar con el tiempo, hasta que cuando yo tenía 19 años murió. A raíz de esto, nuestras vidas cambiaron muchísimo, sobretodo la relación entre mi hermano y yo, que se hizo mucho más distante y fría, no hablábamos porque él no quería, y yo de alguna manera le respetaba porque entiendo que estábamos haciendo un duelo los dos muy difícil, era horrible.
Siempre pensé que él tenía una depresión, que necesitaba ayuda. Yo también la necesitaba, pero yo la busqué, estuve haciendo terapia por mi trastorno de ansiedad, y de hecho aún lidio con él.
Hace 8 meses, mi hermano empezó a estar mucho más social, más abierto, todo parecía haber mejorado mucho, hasta que tuvo un brote psicótico muy agresivo y del todo inesperado contra mi padre, que es quien pasa más tiempo con él, pues yo ya no vivía en casa.
Desde entonces los médicos estuvieron diagnosticándole y manejando la medicación, cambiándola, buscando el equilibrio. Le diagnosticaron de trastorno bipolar, con síntomas psicóticos.
Sin previo aviso de ningún tipo, sin una señal que nos llevara a pensar que existía el peligro, por alguna razón que desconocemos, mi hermano decidió hace un mes acabar con su vida. Y lo hizo de forma irreversible. Desde entonces, vivo en un infierno.
Lo que menos me importa es el porqué, pero una no puede evitar preguntarse y querer entender. Yo estudié psicología, así que representa que debería entender más. No es así, esto sólo me lleva a hacerme más preguntas aún. Muchas veces él me explicaba con pavor que tenía miedo de hacernos daño porque a veces no podía distinguir si estaba soñando o si lo que estaba ocurriendo era real, y no sabía qué consecuencias tendrían sus actos. No le vimos deprimido los días antes, no estábamos preocupados, parecía bastante eutímico. Era un chico que se cuidaba mucho, no consumía drogas, no fumaba, no bebía, comía bien y hacía mucho ejercicio.
En la autopsia volvieron a descartar drogas. Por eso, no puedo evitar preguntarme si fue un impulso pensando que estaba soñando, si de verdad sabía o no lo que estaba haciendo, y no me consuela. La verdad, nada me consuela.
Nunca más podré hablar con él, ni preguntarle cómo está, ni intentar ayudarle. Cada mañana me despierto pensando que ojalá haya sido una pesadilla, con ganas de llamarle y preguntarle si nos vemos prontito. Me siento increíblemente impotente.
Siento haberme extendido tanto. Como he dicho, creo que necesitaba desahogarme. Y no me está siendo nada fácil…