Aquí os dejo este relato de un muchacho que tenía muy mal carácter. Su padre le dio una bolsa de clavos y le dijo que cada vez que perdiera la paciencia, debería clavar un clavo detrás de la puerta.
El primer día, el muchacho clavo 37 clavos detrás de la puerta. Las semanas que siguieron, a medida que el aprendía a controlar su genio, clavaba cada vez menos clavos detrás de la puerta. Descubrió que era más fácil controlar su genio que clavar clavos detrás de la puerta.
Llegó el día en que pudo controlar su carácter durante todo el día. Después de informar a su padre, este le sugirió que retirara un clavo cada día que lograra controlar su carácter.
Los días pasaron y el joven pudo finalmente anunciar a su padre que no quedaban más clavos para retirar de la puerta.
Su padre lo tomó de la mano y lo llevó hasta la puerta. Le dijo:
- Has trabajado duro, hijo mío, pero mira todos esos hoyos en la puerta. Nunca más será la misma. Cada vez que tú pierdes la paciencia, dejas cicatrices exactamente como las que aquí ves.
Tú puedes insultar a alguien y retirar lo dicho, pero del modo como se lo digas lo devastará, y la cicatriz perdurará para siempre. Una ofensa verbal es tan dañina como una ofensa física.Ⓝ
A veces, los que sufrimos de bipolaridad, echamos en cara a las personas que nos quieren que no nos entienden o que no nos tratan como quisiéramos... Por no decir las burradas que les podemos llegar a decir en manía cuando estás irritables a tope o cuando estamos tan deprimidos que les decimos que preferiríamos estar muertos y que ellos nos quieran no es un motivo para nosotros suficiente (toma un zas en toda la boca). Bueno, sabemos que es inevitable que nos pasen por la cabeza cosas bien locas pero hay que hacer un ejercicio muy fuerte de autocontrol. Es todo difícil pero hay que trabajarlo porque de ello depende algo muy importante que es no destruir el entorno, que es tan importante para nosotros y viceversa. No tengo la poción ni la receta mágica. En el taller de los martes de ABC, entre otras cosas, tratamos la ASERTIVIDAD. Creo que intentando conocer la enfermedad y luego aprender formas de explicarla a quien nos interesa para que nos entiendan, así como ayudar a los otros a ver lo que nos sienta bien y lo que no, solucionamos el primer problema que decía. Luego, muchos de nosotros no perdemos el oremus en los episodios, algo queda de nosotros y aunque nos autoengañamos pensando que lo que tenemos en el presente se va a dilatar para siempre, reconocemos en el fondo que otras veces antes "se acabó" y estuvimos de otra manera, con ya bastante culpabilidad encima, como para recordar que hemos ido disparando los clavos que os decía a diestro y siniestro.
Ya me he puesto en plan rollo. A ver qué opinan por aquí los foreros.